Por: Patricia Lara Salive
“Que no nos utilicen para enviar sus amenazas”, se titula un pasado editorial de este diario. Se refería a lo devastadora que sería para Colombia una confrontación militar con Venezuela, a propósito de la nota de puño y letra del consejero de Seguridad Nacional de EE. UU., John Bolton, que decía: “5.000 tropas para Colombia”.
El Espectador pregunta: “¿Por qué se siente cómodo un alto funcionario de la administración de Donald Trump utilizando nuestro territorio para enviar amenazas veladas?”.
Me atrevo a responder que se siente cómodo porque nosotros permitimos que nos utilicen; porque el gobierno de Duque, con sus actitudes arrodilladas y contradictorias, parece indicarle a EE. UU. que está autorizado para hacerlo.
Miremos los hechos: en septiembre, en una rueda de prensa en el diario La Opinión de Cúcuta, Luis Almagro, secretario general de la OEA, acompañado por el canciller, Carlos Holmes Trujillo, y el embajador ante la OEA, Alejandro Ordóñez, dijo que en Venezuela “ninguna opción, ni la militar, se puede descartar”. Ante semejante barbaridad, ambos guardaron silencio. Un par de días después, el Grupo de Lima se pronunció contra la declaración de Almagro, con una votación de once países contra tres. Pero Colombia no hizo parte de las naciones que protestaron. Al día siguiente, nuestro embajador en Washington, Francisco Santos, dijo que en Venezuela “todas las opciones deben ser consideradas”. Luego el presidente Duque declaró que buscaría “los canales diplomáticos y multilaterales” para lograr que Venezuela “recupere su libertad”, y agregó: “Esto no es con espíritu belicista”. Sus palabras tranquilizaron un poco.
Entonces se intensificó la presión para derrocar a Maduro y Colombia, acompañando a Estados Unidos, adoptó un papel protagónico, sin considerar el perjuicio que su actitud tan hostil puede causarles a los pobladores de nuestra frontera, especialmente en caso de que se produzca una intervención militar.
Luego vino el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela por parte del gobierno de Trump y, de inmediato, del de Duque. Y ahora aparece el papelito del consejero de Seguridad con la anotación de “5.000 tropas para Colombia”, sobre la cual Colombia no ha exigido una explicación con la severidad que el hecho merece, no obstante que Bolton ha insistido en que, para el gobierno Trump, “todas las opciones están sobre la mesa” y nadie de ese gobierno lo ha desautorizado.
Y por su parte nuestro canciller tampoco ha protestado, sino que se ha limitado a decir que, “con respecto a la mención a Colombia en el cuaderno de notas que tenía en sus manos el señor John Bolton, se desconocen el alcance y la razón de dicha anotación”. Nada más.
¿Pero cómo es posible que no se haya solicitado una aclaración a EE. UU., como aconsejó el editorial de este diario? ¿Por qué no se ha preguntado por qué Bolton se atreve a hablar sobre la presencia de tropas en Colombia? ¿Por qué el presidente Duque no ha hecho una declaración airada en defensa de la soberanía nacional? ¿O es que ese tema se ha discutido entre funcionarios gringos y colombianos?
La actitud blandengue del gobierno de Colombia ante un asunto tan grave deja muchas dudas.
In memoriam. ¿El viernes nos cruzamos mensajes llenos de afecto y hoy estás muerto, Fernando Gaitán? ¡Qué falta vas a hacernos, amigo, maestro de maestros! ¡Qué falta van a hacerle tus historias llenas de humanidad a este país que tanto las necesita! Paz en tu tumba, querido Fernando Gaitán.
Tomado de: www.elespectador.com